The 38 Letters from Rockefeller to His Son es una joya que va directo al núcleo de lo que significa construir riqueza, carácter y legado. No se trata de tácticas financieras, sino de mentalidad, principios y formación personal. Leer estas cartas es como tener acceso al pensamiento íntimo de uno de los empresarios más influyentes de la historia, hablando sin filtros con su hijo sobre cómo vivir, trabajar y liderar.

Lo que más me impactó fue cómo Rockefeller tenía claro que el éxito no se basa solo en talento o suerte. Es una combinación de hábitos, valores, y sobre todo: confianza en uno mismo. En sus palabras:

“The level of confidence determines the level of achievement. As long as we believe that we can succeed, we will succeed. Everyone’s first step towards success is to believe in yourself and believe that you will be able to succeed.” Y tiene razón. Esa seguridad interna, que muchas veces nace de la disciplina y la preparación, es lo que te permite ejecutar en grande. Lo he vivido. Cuando crees firmemente en tu visión, es más fácil contagiarla, atraer aliados y persistir cuando las cosas se complican.

Otro punto que me pareció poderoso es cómo Rockefeller le insistía a su hijo en desarrollar autocontrol, disciplina, humildad, y una visión a largo plazo. Hablaba de manejar la reputación con celo, de no caer en lujos innecesarios, de cuidar la forma en la que se trata a los demás, desde empleados hasta socios. Para él, ser exitoso no era solo acumular riqueza, sino hacerlo con integridad y propósito.

También me gustó su enfoque pragmático sobre el dinero: verlo como una herramienta, no como un fin. Le enseñaba a su hijo que el dinero debe estar al servicio de tus valores, tu familia y tu país, no al revés. Esa mentalidad es rara hoy.